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Como en una casa embrujada, los errores se esconden en cada rincón, listos para saltar y aterrorizar nuestros resultados. Recordemos que cada instrumento, como una criatura de la noche, tiene su propia maldición de inexactitud. Es tarea de los valientes químicos e ingenieros, cual cazadores de fantasmas, exorcizar estos demonios de la imprecisión mediante el sagrado ritual de la calibración.